Muchas personas me han hecho comentarios acerca de mi compostura en las entrevistas en vídeo con mi padre. Para preparar las entrevistas, preví todas las formas en que mi compostura podría afectarle, e hice un esfuerzo consciente por mantener la calma. Quería que las respuestas de mi padre no se vieran influidas por mi tono de voz o mi reacción. Necesitaba que se sintiera libre de juicios y sentimientos de mi parte, para conseguir que respondiera con sinceridad y honestidad. Para poder lograr que él revelara sus verdaderos sentimientos, yo necesitaba evitar mostrar cualquier reacción ante sus palabras o pensamientos, por muy chocantes o perturbadores que fueran.
Cuando previamente le habia pedido que completara estas entrevistas conmigo, no lo dudó. Grabarlo en vídeo resultó ser otra historia. Hice que el camarógrafo instalara su equipo en la zona de la cocina, para que no estuviera a la vista, y en sala sólo teníamos dos cámaras pequeñas personales en cada uno de nosotros. El montaje hizo que fuera fácil olvidar que se estaba grabando.
Me sentí mal del estómago y senti asco al escuchar lo que mi padre estaba diciendo, sin embargo, cada declaración que hacía, creaba mas intriga en mi por seguir descucbriendo su patrón de pensamiento.
Aunque me había preparado mentalmente para la entrevista, quedé increíblemente sorprendida y a veces totalmente incrédula ante lo que él me decia. En algunos momentos me costó mantener la compostura, pero me recordaba a mí misma la importancia de mantener la calma. En algunos momentos, su honestidad fue brutal. Me sentí mal del estómago y totalmente disgustado por lo que estaba diciendo, sin embargo, cada declaración que hacía, me intrigaba más para seguir aprendiendo su proceso de pensamiento. A medida que avanzaban las entrevistas, me resultaba más difícil ser neutral y no reaccionar cuando escuchaba sus palabras.
Después de cada entrevista, la procesaba mostrándole el vídeo a mi esposo. Hablamos muy poco mientras veíamos los vídeos, pero intercambiamos muchas miradas de incredulidad. Lo más útil que mi esposo hizo fue abrazarme, la mayoría de las veces sin palabras, pero nos quedábamos allí hasta que volvía a sentirme con los pies en la tierra.
Toda la experiencia de la entrevista fue tan surreal que me sentía completamente agotada emocionalmente durante días. A veces, el agotamiento emocional duraba semanas. Aún se me hace difícil creer que mi padre reveló todos esos los pensamientos y sentimientos que por tanto tiempo negó, pero es igualmente inquietante aceptar completamentne la persona que reveló ser.